viernes, 18 de noviembre de 2011

Por qué George Eliot es una autora actual

¿Cabe suponer que un ensayo crítico sobre la sociedad europea publicado en 1879 siga vigente hoy en día? ¿Hemos avanzado realmente en nuestros problemas de integración social, cohesión económica y avance científico? ¿Por qué la divisa moral sigue cotizando tan poco hoy en día? Una respuesta irreverente, imaginativa y lúcida a estas preguntas sólo puede venir de una mente preclara que sobrepasa las fronteras intelectuales, los géneros literarios, y el devenir de los siglos. Y no es de extrañar que emane de la perspicaz pluma de la escritora George Eliot.

La editorial Pendragón traduce por primera vez en España una selección de los ensayos inéditos de la escritora británica George Eliot (1819-1880), pseudónimo de Mary Anne Evans. Recopilados por ella misma bajo el título de Impresiones de un tal Teofrasto (1879), constituyen la última obra publicada en vida de la autora. Con su habitual inteligencia y amplitud de miras, haciendo gala de un envidiable acervo cultural y de un estilo burlón, Impresiones de un tal Teofrasto ha sido durante muchos años un ensayo relegado del canon de Eliot al quedar ensombrecido por el éxito de sus grandes novelas, El molino del Floss (1860), Middlemarch (1871) y Daniel Deronda (1876).

Desde hace algún tiempo la academia inglesa ha reivindicado la importancia del ensayo de Eliot para adentrarse no sólo en las entrañas del pensamiento intelectual de la autora, sino en su visión del mundo que tanto se parece al nuestro: los límites de la revolución industrial y el capitalismo, las fronteras de la hipocresía social, la integración europea y la paz con sus vecinos, la mentalidad moderna y rural, o los obstáculos insalvables de ser una mujer brillante en un universo varonil.

George Eliot nos regala un ensayo polifacético y provocador, de capítulos independientes que tienen como protagonista a Teofrasto, un sosias del antiguo filósofo griego que al igual que en sus Caracteres se ríe de los suyos con la impunidad que le otorgan unos dos mil años de distancia que recorre a su antojo. Este Teofrasto actual reflexiona sobre la perniciosa tendencia a romantizar nuestro pasado, la cruel naturaleza del debate académico, el modo en que reverenciamos las obras de arte, o los peligros del doble rasero moral cuando nos referimos a la riqueza de espíritu y a la pobreza material.

A través de este rompecabezas de ideas entrelazadas entre sí y personajes que recorren varios siglos e identidades contrapuestas, Eliot interroga los límites y el concepto de la modernidad en una Europa amenazada por la miseria y por un sistema capitalista que insiste en socavar los cimientos de nuestra autonomía como seres humanos. La duda que atormenta a Eliot, y que subyace al entramado de Impresiones de un tal Teofrasto, es si los filósofos griegos se sentirían cómodos en cualquier polis europea civilizada. ¿Estamos en los albores de una civilización sin filosofía, o es la ausencia de pensamiento la nueva filosofía de la modernidad?

Os dejo con esta elocuente frase del libro:

“Nos inclinamos con reverencia y gratitud ante nuestros muertos ilustres y sus obras, les conferimos el cuidado de las generaciones futuras cuya suerte estamos preparando; pero negamos parte del afecto y de la imparcialidad para quienes están realizado el verdadero trabajo del mundo, y nos privamos de los intentos por resguardarlos de cualquier indicio de mal genio, tanto en público como en privado, como cabría esperar de quienes nos llaman antiguos.”
                                                                                                                      George Eliot

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